Iniciamos nuestro camino de crecimiento a través de este blog de espiralterapia, un camino en el que me encantaría que me acompañases.
Estrenamos blog con un post sobre una de esas columnas que pueden ayudar a sustentar la salud física, mental y emocional, y también una de las bases sobre las que se sustenta mi labor.
Hablamos de la aromaterapia, y más concretamente de mi principal herramienta de trabajo, los aceites esenciales. Si no tienes claro qué son los aceites esenciales o en qué consisten los aceites esenciales, la respuesta es más sencilla de lo que parece: se trata de compuestos naturales que se extraen de las flores y las plantas: de hojas, cáscaras, frutos, pétalos, tallos, árboles o arbustos. Pueden obtenerse de distintas maneras, aunque las más habituales son la destilación, el arrastre de vapor o la presión en frío.
Los beneficios de los aceites esenciales son innumerables, tantos que no podríamos detallarlos aquí pues dependen siempre de las propiedades de cada planta debido a su composición química única. En lo que coinciden todos ellos es en que se usan para fines terapéuticos, desde prevenir o tratar una enfermedad o dolencia hasta favorecer un determinado estado emocional (concentración, alegría, serenidad), ayudar al autoconocimiento o disipar la toxicidad en nuestro cuerpo y mente.
La aromaterapia no es una moda pasajera, sino que tiene unas raíces sólidas y antiguas. Aunque un químico francés, Rene Gattefosse, fue el primero en acuñar el término en el siglo XIX, la historia de la aromaterapia se remonta a muchos siglos atrás y a numerosas civilizaciones que en todas partes del mundo la han estudiado, desarrollado y aplicado. Los egipcios usaban productos a base de plantas en tratamientos de belleza, comidas y rituales funerarios y religiosos; en la Antigua Grecia, estudiosos como Homero o Hipócrates exploraron los usos aromáticos de las plantas; en Roma se utilizaban extractos de éstas para masajes, perfumes y baños; en Irán ya se comerciaba durante la época medieval con especias o resinas destinadas a perfumería y al cuidado de la salud; en India, la medicina ayurvédica incluye desde hace siglos el uso de compuestos vegetales y aromáticos; y en las prácticas tradicionales de medicina china se usan productos vegetales con el fin de generar bienestar.
Los aceites esenciales tienen maravillosos beneficios, pero no deben usarse a la ligera y sin conocimiento, resultando incluso tóxicos si no se utilizan adecuadamente. Si quieres utilizarlos o adquirirlos te aconsejo que te asesores a través de personas que conozcan la materia y te cerciores de su calidad: que sean 100% puros y naturales, de grado terapéutico, de cultivo sostenible, a ser posible ecológicos, y con un proceso de producción justo y respetuoso con las personas y el medio ambiente.
Es recomendable además conocer las propiedades de los aceites esenciales y su posología para que su utilización sea lo más beneficiosa posible. ¡Y si tienes alguna duda al respecto, aquí estoy para lo que necesites!